Mi vocación por la medicina estética surgió de una curiosidad innata por el cuerpo humano y su potencial. Desde niña me fascinaba sumergirme en enciclopedias y soñaba cada año con la Feria del Libro en Buenos Aires, mi ciudad natal, para dar rienda suelta a mi sed de conocimiento.
Siempre supe que mi camino estaba ligado a las ciencias biológicas. Astronomía, Bioquímica y Genética fueron opciones que consideré, pero un día del último año de bachillerato me dije: “¡Voy a estudiar Medicina!” y desde entonces mi propósito ha sido ayudar a las personas a sentirse seguras, frescas y naturales a través de tratamientos personalizados, y más de una quincena de años después no sólo sigue intacta mi pasión, sino que en auge, producto de cada testimonio que detrás de un tratamiento conlleva una vida mejorada, una ganancia de confianza o una reconciliación con una misma, entre otras.
Esa misma tarde me apunté en la Universidad de Buenos Aires, curiosamente era el último día de inscripción.